La forma en que las personas perciben la vida depende mucho de su posición económica, de su educaión, de su ideología y de su religión. Si observamos a las personas de bajos recursos, podemos darnos cuenta que su forma de ver la vida es ilusoria, con los ojos clavados en el pesado pasado o en el futuro lleno de imposibles. Una persona de nivel medio, en cambio, vive de la incertidumbre de la estabilidad que posee ahora. Para ella sí existe la “rueda de la fortuna” que a veces te mantiene arriba y otras veces abajo. Su vida es, hasta cierto punto, emocionante, con altibajos y varios escenarios posibles en los que sus círculos sociales se mueven. Una persona con holgadas posibilidades económicas no necesariamente tiene una vida perfecta. Si tiene dinero puede conseguir pequeños lujos pero no despilfarrarlo como quisiera. Para mantenerlo y disfrutarlo, necesita de ciertos parámetros de belleza, de pensamiento, de indumentaria, y hasta de felicidad. Si sale de esos cánones entonces es juzgada por otros como “o no merece el dinero que tiene o en realidad no lo tiene”. Es a este último grupo de personas a las que se dirige la marca Infiniti. Al público en general llama la atención el concepto de humanos robotizados, pero con el pasado análisis sabemos a quién se dirige. Se trata de una buena ejecución hecha por TBWA de Estados Unidos. ¿Qué opinas?
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