Nietzsche nos enseña que el espíritu se transforma en tres estados representados por el camello, el león y el niño. El primero tiene la carga de la vida sobre su lomo. ¿Qué es lo que le pesa? Las creencias, la religión, los prejuicios y los miedos. Nos cuenta Zaratustra que el espíritu se transforma en león cuando comienza la búsqueda de su libertad; trata de quitarse la carga creando sus propios valores que le permitan la creación y la ilusión. Después viene el estado infantil, en el que se ha liberado y toma las situaciones con seriedad e inocencia; halla el equilibrio entre lo que debe hacer y la diversión. Eric Berne, psiquiatra norteamericano, propone una teoría de personalidad similar. Después de observar la interacción entre individuos, descubre que las personas responden de tres modos distintos: como padres, adultos y niños. El camello de Nietzsche y el padre de Erick comparten las mismas características; pero, empresa curiosa ocurre entre los otros dos pares. El niño de Berne se identifica con el león de Nietzsche, pues ambos son impulsivos, dependientes e irresponsables. Buscan su lugar en el mundo y presentan una gran energía vital. Cuando los niños son educados con el condicionamiento, no saben resolver sus problemas como lo hace un niño educado con la razón, y es entonces cuando recurren al regazo de la madre para encontrar apoyo. Berne dice que el adulto ideal es aquel que hace pleno uso de razón. Aquél que no se deja invadir por las emociones y no se deja influenciar por sus antecesores; esto lo representa nuestro autor alemán con el niño. ¿Cómo se comporta un niño sano? Tiene claro lo que quiere (jugar) y es serio en su ocupación, dice Saint Exúpery. De divierte en ese único deber que se ha asignado, expresa sus emociones y es espontáneo, pues aún no lo limita la sociedad. Si observamos a las masas, podemos encontrar las mismas actitudes. El 25 de junio se publicó en el periódico “El Universal” una encuesta realizada para conocer la opinión de la población sobre asuntos de política nacional e internacional. Los datos que se arrojaron sorprendieron al periódico: “el 60% prefiere que Estados Unidos y México sean un país”. Ya lo decía Le Bon, que las masas son femeninas (femeninas por emotivas) sobre todo las latinas. Es por ello que para captar la atención de las masas se requiere del juego, los colores y el chiste. Basta observar las campañas políticas; canciones infantiles que repiten en coro el nombre del candidato, colores en los logos, reparten dulces, gorras y playeras cual piñata. Los candidatos se disfrazan de “papá” para que las masas se sientan protegidas, mientras ellos se atacan y se insultan, juegan a la política. Eso explica también por qué cuando se trata de situaciones serias como la salud, el medio ambiente y la responsabilidad social las masas no se preocupan: sólo quieren jugar y probar retos. No se pueden tratar como “adultos ideales” con razones, con seriedad, luego entonces spots como el siguiente se vuelven aburridos aunque el mensaje esté bien planteado. Imagen cortesía de Fotolia.
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