Captar la atención y mantener comunicación no es lo único que necesitamos para mantener clientes fieles. Al lograr conectarnos con la mente y los sentimientos, lo que hacemos es emocionarlos y enamorarlos para así llegar al “engagement”. Con esta fase de “enamoramiento”, como algunos lo llaman, se mantiene al consumidor muy cerca, pendiente de lo que hacemos y contándole al mundo lo buenos que somos. Estas dos virtudes se convierten en fidelidad y en propagación. Estas dos virtudes logradas con estrategia y buena ejecución se manejan de modos distintos en redes sociales que en la vida “off line”. En la primera, el contenido que se genere será el que se comparta y que se viralice, siendo algunos chistes, imágenes y demás (que por lo general no es material directo sobre la marca) lo que llamará la atención de más usuarios. Pero en la vida fuera de las plataformas “on line” la fidelidad y la propagación recaen directamente sobre el producto o la marca. Lograr atraer a las personas a través de los medios tradicionales y sobre todo, en el punto de venta y con el mismo producto es lo que las convence más de las bondades del mismo. Conseguir una real fidelidad o por lo menos alguien que hable bien de nuestra marca es el resultado de combinar las dos estrategias, tanto en lo tangible como en lo virtual. Si alguna de ellas falla, es posible que no se logre convencer el cliente. Tengamos en cuenta que para conquistar la razón del consumidor es necesario presentarle pruebas físicas de que la nuestra marca es la mejor, mientras que para conquistar su corazón hay que mostrarles que pensamos igual que ellos. Imagen cortesía de Fotolia.
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