Si entendemos a los equipos profesionales de fútbol como productos o como marcas y los comparamos con los demás (de cualquier industria) podemos hablar que son los que más arraigo generan entre sus consumidores. Es decir, cualquiera puede tomar cierto refresco porque le genera placer, porque le agrada su personalidad, porque le agradan sus colores, porque es una tradición familiar… Y así continuar añadiendo aspectos que lo hacen fiel a él. Aún así, sabe que llegará el momento en que se tenga que desprender de él, si no antes, al menos el día en que se muera. Y ni modo de cambiar la situación, es inevitable y genera resignación. Pero, ¿qué pasa cuando en vez de cualquier producto se piensa así de un equipo de fútbol? La situación es la misma, el fin será el mismo, pero hay algo que no será el mismo: la resignación. Si algo quiere el aficionado es ser inmortal para jamás desprenderse de su equipo (peor aún si nunca lo ha visto salir campeón). En una campaña en pro de la donación de órganos, Ogilvy Brasil motiva al aficionado a ser “inmortal”. En una emotiva campaña denominada “Inmortal Fans”, que le valió un Gran Prix en Cannes, la agencia se encarga de generar ese sentimiento necesario en los hinchas del Sport Club do Recife para donar órganos. Los “torcedores” del equipo rojinegro quedaron conmovidos con la campaña y la donación de órganos incrementó en un 54% dejando vacías las listas de espera. Y es que con frases como: “Te prometo que tus ojos seguirán viendo al Recife” o “Te prometo que tu corazón seguirá latiendo por el Recife” era muy factible que el aficionado se interesara.
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