¿De qué te agarras? ¿En qué crees? ¿Qué amuletos usas para atraer la buena suerte? ¿Qué rituales sigues para concentrarte? Decía el religioso Lutero que tu Dios puede tener cualquier forma, textura, y decía que eso de lo que te agarras es tu deidad, tu centro. Confundimos, sí, y hacemos de la creatividad un amuleto, un Dios, cuando realmente es un proceso. Digamos que la creatividad es un camino, un medio, y no un fin. ¡Queremos campañas creativas! Rompamos un mito leyendo algo del buen Roland Barthes. Dice: «La mitología de Einstein hace de él un genio tan poco mágico que se habla de su pensamiento como de un trabajo funcional análogo a la producción mecánica de las salchichas, a la molienda del grano o a la trituración del mineral: producía pensamiento, continuamente, como el molino de harina». ¿Tu agencia vende molinos que generan creatividad? ¿O vende salchichas a mensualidades? La creatividad, siendo un medio, no es un método, no es algo que se agarra, se arma y se pone a funcionar. La creatividad es un momento de iluminación que no siempre llega con el trabajo de fricción previo que se hace para calentar motores. La creatividad es sazón, y éste no se adquiere con recetas ni usando buenos ingredientes, aunque tales cosas ayuden. Muchos expertos en epistemología han descubierto que justo ahí en los pedestales de los amuletos y rituales para ser creativos están las trabas de la creación, sus obstáculos, sus límites. ¿No serán esos zapatos rojos que siempre te pones para ir a las juntas creativas un obstáculo? ¿Cómo sabes que la sensación que tales zapatillas coloradas no impide algunos procesos mentales? Seamos creativos de verdad, y no personas que simulan ser creativas comportándose siempre de la misma manera, de la misma «manera creativa». Buen día, Comunidad Roastbrief. Imagen cortesía de Fotolia.
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