Redes sociales. Internet. Dispositivos móviles. Todas las marcas tienen en la mira estos elementos y entran en esa dinámica, pero a veces se olvidan de los otros segmentos. ¿Qué pasa con los adultos mayores que no entran ni entrarán al juego digital? ¿Qué pasa con los sectores de la población que son considerados analfabetas digitales? Por ahora, esos nichos están olvidados. Es verdad que todos en algún momento tendrán que incluirse en la tecnología, pero aquellos que no tienen las posibilidades económicas o culturales son mercados desperdiciados. Así que, para algunas marcas, la opción es que sus puntos fuertes en campaña sean los medios tradicionales, en lo que su mercado evoluciona o desaparece. Pero, ¿hasta qué punto las redes sociales y la web son indispensables? Hace unos años estaba de moda el concepto ‘la base de la pirámide’. Las marcas apostaban a este mercado pero no se sabe qué le ocurrió. ¿No fue rentable o fue difícil su manejo? Es complicado ofrecer productos a estas personas, e incluso, organizar campañas a favor de ellas. ¿Cómo entrar en esos pueblos pequeños o a esos lugares donde la gente no se entera de la vida digital? La respuesta es: utilizando el mismo fenómeno que ocurre en las redes sociales, el efecto ‘de boca en boca’. Este siempre ha sido uno de los mejores aliados de la publicidad sin necesidad de grandes costes, sólo cumpliendo las expectativas. Sólo basta con circular un producto y que la gente encuentre sus beneficios para que se amolde a sus ideologías. El problema está cuando se desea utilizar la propaganda política y otras cuestiones en las que su cosmovisión entra en juego, pero de eso hablaremos en otra ocasión. Más que el ataque en radio, televisión y revistas, siempre será más confiable la opinión de un igual sobre un producto. Esto será así por un largo rato, quizás por siempre, con o sin tecnología. Foto cortesía de Fotolia.
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