¿A cuántos de nosotros nos ha pasado que sentimos cierta atracción por una persona, por el simple hecho de escucharla hablar? Sabemos que al momento de seducir son muy importantes los sonidos que emitimos. Esa satisfacción que se genera en el oyente al percibir sonidos agradables nos crea percepciones diversas del objeto del que proceden. Pocos de nosotros pensamos en detalles tan pequeños como el sonido emitido por tareas tan cotidianas como oprimir un botón, destapar una botella o cerrar la puerta del auto. Hoy en día este es un tema que genera dividendos a las grandes marcas. Ellen Byron, en un artículo publicado para The Wall Street Journal, nos hace saber que estos sonidos son clave para determinar la personalidad de un producto. Ted Owen, vicepresidente de la marca Clinique, expone el caso de la tapa de un rímel que emite un sonido al ser girada. Este sonido hace entender al usuario que el producto ha sido completamente sellado y que el líquido no corre peligro de secarse. Explica, además, que para llegar a ese sonido se hicieron innumerables pruebas, puesto que algunos no emitían la elegante fórmula que adquieres por casi veinte dólares. Otra historia similar es la de Tampax Radiant, una línea de Procter & Gamble. Esta marca buscaba lo contrario de Clinique: el silencio. Los directivos manifestaron que las mujeres que usaban el producto querían más privacidad al utilizarlo en baños públicos. Esto hizo que la multinacional rediseñara su empaque por uno que “guardara el secreto” al momento de ser abierto. Esto me hizo recordar un dato curioso que me mencionaron en una agencia respecto al sonido que emitía el nuevo GTI. En este caso la impecable ingeniería de la marca dejó desprovisto de sonidos a su nueva creación y decidió instalar un dispositivo denominado “Soundaktor” para generar el característico “swoosh” del turbocompresor, ya que al carecer de éste, el cliente experimentaba una falta de poder traducido en menos adrenalina. Autor: Jonathan Mendoza Foto cortesía de Fotolia.
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