En el mundo del atletismo existen dos competencias que son de las más atractivas y que no tienen nada que ver la una con la otra, más allá de que se practican en superficies planas y “a pie”. Los 100 metros y el maratón. La primera es explosiva, rápida, emocionante y, por qué no decirlo, efímera. La segunda es más larga, lenta, cadenciosa y hasta un tanto tediosa. Mientras que en la primera cada milésima de segundo cuenta, en la segunda tienes oportunidad de corregir ciertos errores que pudiste cometer en la salida y terminar ganando. La primera, le llaman la prueba reina del atletismo y los que la practican se someten a un régimen muy estricto de vida, alimentación y entrenamiento, lo que les permite mantenerse algunos años en la élite. La segunda es más “permisiva”, con largos periodos de baja intensidad. Los maratonistas pueden mantenerse activos y en gran nivel durante más años. Es decir, es más “longeva”. La primera se enfoca más en la técnica, la explosividad y la forma física, mientras que la segunda normalmente apela más a la experiencia, la resistencia, la estrategia y el sentido común (obviando la técnica, claro). Todo este choro no es para presumirles que hace poco más de un año empecé a correr en forma y que me estoy volviendo un experto en el tema. No. Es porque es un tema bastante recurrente cuando platico con personas que van empezando en la publicidad y no saben qué rumbo tomar. Es una analogía muy sencilla para tratar de explicar lo que pueden hacer con su carrera. Por un lado, puedes elegir los 100 metros. Llegar rápido, crecer rápido, ganar mucho dinero rápido, estar en las filmaciones rápido, entrar a las juntas rápido, premios rápido, todo rápido. A lo que vas, sin detenerte ni pensar mucho. Suena el disparo y ¡PUM! Directito a la meta lo antes posible. Pero hay muchos factores que intervienen para que eso se logre. Como, primero que nada, tener talento. Es el 50%, por lo menos. Para sobresalir en los 100 metros necesitas tener potencia en las piernas y un cuerpo atlético, en la publicidad eso sería tener un cerebro apto, ágil, lúcido y saber pensar y enfocar tus pensamientos. Pero también hay otras cosas, como que para poder ganar un aumento significativo o una buena promoción tienes que moverte de agencia, difícilmente si te mantienes en la misma te darán un buen aumento en poco tiempo. Entonces tendrías que moverte varias veces en un lapso corto para poder llegar al sueldo y puesto que quieres, en el tiempo que quieres. Esto a su vez te va a traer otras consecuencias. Por ejemplo, las agencias no querrán contratarte porque sienten que eres alguien que no se compromete y sólo busca su propio bienestar y no les gustaría que en cualquier momento los dejes por otra oferta más atractiva. Otra cosa es que nunca llegas a conocer bien una marca porque ya que le estás agarrando la onda, te mueves a otra agencia y a otra y a otra. Y por lo mismo, difícilmente llegas a construir una buena campaña porque no duras el tiempo necesario con la cuenta. En los 100 metros necesitas estar listo sólo para ese tirón de 9.8 segundos. Estar en tu carril, sin voltear a ver cómo van los demás. Eres tú y tu meta. No hay tiempo para que nada te interrumpa ni te distraiga ni te desvíe. Ni para disfrutar, ni para sufrir. Son sólo 100 metros y hay que llegar ya. Y entonces te conviertes en el Usain Bolt de la publicidad y, como él, podrás disfrutar de las mieles del triunfo los años que dures a ese gran nivel. Premios, ofertas, periódicos, entrevistas. Nada mal ¿no? Por otro lado, está el maratón. 42.195 metros de carrera. Poco más de 42 kilómetros de publicidad que tienes por recorrer. 26 millas de constante recorrido. Hay también muchos factores para tomar en cuenta. El principal, sí, es el mismo. El talento. La capacidad. Digamos que no tienes el pie plano o que no tendrás “rodilla de corredor”. Que tu cuerpo está fuerte y preparado. Pues en publicidad sería algo así como inteligencia, sensatez, tenacidad y muchas ganas de hacer lo necesario para llegar a la meta. Además de tener paciencia, estar en una agencia que te ofrezca proyección a futuro con un buen plan de incentivos y que te quieran retener cada que te inquietes por conocer otras pistas. El maratonista necesita mucha resistencia, buen ritmo, poder sobreponerse al famoso “muro” (algo así como que cuando tu cuerpo se queda sin azúcar después de dos horas de actividad física demandante, te desmoronas y dejas de funcionar. Aquí lo explican mejor que yo http://www.youtube.com/watch?v=_p29BWa22DU Requiere mucha concentración, mucha energía, capacidad para sobreponerse a la frustración y los problemas que se te presenten en el camino. Tienes mucho espacio por dónde moverte. No tienes que seguir sobre un carril. Puedes voltear a ver qué hace el de al lado y tratar de hacerlo mejor para rebasarlo. Digamos que vas pasito a pasito, pero constante. Puedes pasar por las estaciones de agua y refrescarte, puedes acelerar o disminuir el paso, puedes variar la estrategia sobre la marcha. Puedes hacer muchas cosas y llegar a la meta que desde un principio te trazaste. Así en la publicidad. El publicista-maratonista puede empezar en una agencia, correr unos kilómetros en ella, lograr ciertos objetivos, ciertas metas y tiempos. Ir mejorando poco a poco el ritmo, el trote. Puede pensar bien las cosas antes de hacerlas y darse el tiempo de equivocarse. Puede prepararse para superar el tan temido “muro” (Todos tenemos uno en nuestra carrera. Desde una mala decisión, una mala junta, un despido, una renuncia. Cualquier cosa.) y seguir adelante. Puede platicar con los demás competidores y hasta detenerse para ayudar a uno que otro rival o coequipero. Obvio tardas más y quizá es más difícil llegar en primer lugar, pero de que llegas, llegas. Pero lo que para mí hace la más grande diferencia entre el maratón y la competencia de 100 metros, es el recorrido. Sentir el aire en la cara. Escuchar los gritos de aliento. Sentir tus pasos sobre el pavimento, con ritmo. Uno tras otro hasta llegar a la meta. Disfrutar el paisaje, la ciudad, las calles, la competencia. Aprender del de al lado y de cada paso dado. De cada kilómetro. Porque al final, en cualquiera de las dos opciones, siempre llegas a una meta. Pero también lo importante es cómo quieres llegar a ella. Porque ya lo dicen por ahí los Fabulosos Cadillacs en una canción: “No importa el destino, lo que importa es el camino”.
Comentarios