Las marcas han pasado de vender su producto a vender identidad, pertenencia y estima a través del amor. Esto no significa que usemos imágenes eróticas o corazones en la publicidad, significa que todas las estrategias son para enamorar. Primero hacemos a las personas preguntas parecidas a las que el niño hace a la niña que le gusta para conocerla mejor: ¿Qué color es tu preferido? ¿Cuántos años tienes? ¿Cuál es tu programa favorito? ¿Qué haces en las tardes? Y un largo etcétera. Después, con la información recabada decidimos cuándo y dónde ponernos para que nos vea, para hacer presencia y coquetearle. Una vez que hemos captado su atención ofreciendo todo lo que a ella le gusta, entonces la pequeña cae en las redes estratégicas. Sin embargo, sólo los maestros del amor saben cómo mantener el amor vivo. Aurelio González, después de investigar el comportamiento de la pareja a través de los años, se atrevió a establecer siete postulados en los que resume cómo mantener a salvo el amor. Por supuesto que concuerdan con el amor hacia las marcas, por lo que les presentamos los postulados adaptados a la publicidad. El amor no es posible en el monopolio porque no existe libertad. Las corporaciones creen que las personas estiman la marca y por ello la compran. Habrá que investigar cuántas de ellas en verdad la compran por gusto y cuántas de ellas sólo por necesidad. Es insensato que la marca que no ama exija ser amada. La marca debe amar, o por lo menos mostrar la pretensión, de amar a sus clientes. Es indigno emplear a la competencia en asuntos de amor. No es digno mostrar tus atributos descalificando al otro. Es posible, pero la imagen que deja de tu marca es sólo competencia sin argumentos. Nada impide a una persona amar a dos marcas competencia. Es natural que sientan afecto por dos marcas de tenis o por varias marcas de bebidas. Por más que quieras acaparar el mercado completo, no te sientas mal de que los clientes prueben a tu competencia. Mejor haz bien tu trabajo (producto o servicio) para que te extrañe y vuelva. El verdadero amante siempre está absorbido por la imagen de la marca. Recuerda que tu imagen es el reflejo de lo que le gusta al cliente. Sé como un espejo para que ambos muestren la misma personalidad y empaten gustos. No tiene ningún valor lo que el amante obtiene sin el consentimiento de la amada. Esto es aplicable a las redes sociales. De nada te sirve obtener “likes” o “shares” o “retwits” si el cliente no está convencido. Nunca los obligues a que te vean ni mucho menos los obligues a compartir algo que no les agrada. El amor a la marca rara vez dura cuando se le divulga demasiado. El mejor amor es secreto. Mantén una estrecha relación con tus clientes y hazlos sentir especiales. Recuerda que es más valioso lo escaso y silencioso. Genera promociones “secretas” y exclusivas para producir furor entre los mismos clientes.
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