En 1950, Isaac Asimov publicaba Yo, Robot. Una colección de relatos futuristas en los que planteaba las relaciones entre la sociedad y unas máquinas tan avanzadas que contaban con un nivel de inteligencia capaces de actuar por si solas. Esta capacidad, concebida como algo positivo, podía representar en no más de una ocasión un peligro para los humanos. Y por ello, Asimov definía las tres leyes de la robótica por las que debían regirse. Han pasado sesenta y dos años desde este planteamiento. Estamos rodeados de robots aunque no con el aspecto humanoide que esperamos. Unos son máquinas y otros son sólo software, pero son robots. Aunque, lo más inquietante es que en lo avanzado del S XXI, los humanos hemos empezado a comportarnos como ellos, automatizando los procesos sociales y mecanizando nuestras relaciones . Sin contar con los robots declarados que manejan nuestras cuentas y perfiles en redes. Tal vez sea necesario empezar a aplicarnos estas leyes a nosotros mismos…
1. Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por su inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
En las últimas semanas, en España y Puerto Rico hemos visto los casos de dos mujeres políticas que han visto violada su intimidad personal al ser difundidos vídeos íntimos destinados a sus parejas. Y no contentos con eso, se generaron Hashtags y Trending Topics durante días y días. Por descontado, no fue un robot quien lo hizo. Fueron los humanos, manejando sus robots, los que se saltaron la primera ley de la robótica. La tecnología de la que disponemos, no debería servir para hacer daño tan fácil y gratuitamente a las personas. Por acción de unos, y por la inacción, por imposible, de otros.
2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley.
¿Cómo controlamos a la tecnología para que no se vuelva en nuestra contra? Quizá debamos crear robots que nos protejan del resto de robots. Sistemas de monitorización como los que usamos en Social Media, que detecten cualquier cosa que se diga de nosotros y nos ayude a validarlo o no antes de que se produzca. Imposible no es. Si son metadatos o keywords, se podría hipotéticamente. Si son imágenes, aunque sean modificadas, existe la posibilidad de que el sistema, los robots, las reconozcan igualmente. Facebook ya experimenta con el etiquetado automático por reconocimiento facial. Pero eso significaría que le estaríamos dando la misión a unos robots de espiar a otros. Por nuestro bien, desobedeciendo la orden de privacidad personal de unos para salvaguardar la de otros. Salvo que eso vulnerara la primera ley.
3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.
Entonces si contamos con que la tecnología no debería ser excusa para dañar a las personas, y que incluso las personas podrían estar usando a esos robots para atacarse unos a otros, llegamos a la paradoja final que planteaba Isaac Asimov. Crear robots que nos protejan de los otros robots, pero que no puedan ser contrarrestados por otros. Como un antivirus social que funcionara actuando contra el software que intentara perjudicarnos sin nosotros saberlo. Toda una lucha silenciosa y vertiginosa con la red como campo de batalla y en la que, habría que ser muy inteligente para saber establecer los límites de sus poderes. Unos límites basados en la ética elemental. En la moral. Y llegados a este punto ¿No sería más fácil que las personas se comportaran como tales, y se respetaran unas a otras sin usar robots, llámese así a los perfiles falsos en Twitter por ejemplo, o el anonimato de un troll, que convierten una herramienta revolucionaria como pocas en la historia para unir a la sociedad en toda una pesadilla futurista? Somos nosotros, los humanos, los que seguimos siendo lobos para nosotros mismos y no la tecnología. P.S. En el punto 1, hacía referencia a unos vídeos. Si hubiera puesto los links a los mismos estaría haciendo que los robots SEO mantuvieran vivo el asunto, lo cual sería un conflicto con todas las leyes de la robótica.
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