La popularidad de los e-books ha crecido muy rápido. Las personas prefieren adquirir un libro en sus tablets ha comprar un libro de pasta dura. Estos datos han preocupado a la industria editorial, por lo cual en China se ha apostado por una forma comercial: incluir publicidad dentro de los libros. Esta acción surgió con la publicación del libro “Mi hijo Yo-Yo”, en el que una madre china cuenta la vida de su hijo violonchelista. Con el fin de obtener más recursos que el de las ventas, se decidió incluir en las portadas anuncios de una marca textil. Los libros, viejísima fuente de información, habían sido respetados por la publicidad; se habían incluido pequeños logos en las portadas con el fin de mostrar alianzas editoriales o agradecimientos a compañías por la realización del material. Ahora, la Asociación de Editores de China ha firmado contrato con una agencia de publicidad para publicar pequeños anuncios publicitarios en las portadas y contraportadas. Claro que, para poder incluir la publicidad, se tienen ciertas reglas. Por ejemplo, debe existir relación entre el producto a anunciar y el contenido del texto, la publicidad nunca llevará precios o cifras y por supuesto, habrá un número limitado de impactos publicitarios. Esperemos que este medio no rebase las portadas. Si en algunas novelas ya encontramos menciones de marca, confío en que las editoriales no caigan en la tentación de incluir logos dentro de los textos, de lo contrario, parecerán álbumes publicitarios.
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