Pintura analizada: «Don Manuel Osorio de Zúñiga». Francisco José Goya y Lucientes. Escuela española. Metropolitan Museum of Art, Nueva York. Colección Bache. El magnífico Salvador Elizondo dijo que hay literaturas para niños, literaturas sobre niños y literaturas hechas por los niños. Las obras de Lewis Carroll son obras para niños, pues tienen de todo para complacer al infante, tienen dibujos y paradojas, tienen acertijos y magias. Carroll amaba a las niñas y amaba la fotografía, con la que paliaba su matemática soledad La obra de Ana Frank es una obra hecha por una niña, y `Marianela´, de Galdós, es una obra sobre una niña. No diluyamos tales conceptos. Cuando pensamos conceptos comunicativos olvidamos estas diferencias y terminamos haciendo infantilismos para adultos y adulterios que indignan a los niños (niños que beben y niños que fuman). Ogilvy dijo que jamás deberíamos hacer anuncios incómodos para nuestra familia. Todo esto sucede porque no sabemos si nuestra sociedad es crédula (teológica), incrédula (científica) o interrogativa (metafísica). La creatividad descontrolada es mera fantasía, mero juego de niños. Meditemos en Goya, que fue un niño que reconstruyó el mundo del arte. Francisco José Goya y Lucientes fue el pintor más importante de su época porque transformó la técnica, la escuela y el estilo, porque inició su obra desde un pensamiento infantil. Cuando diga «infantil» no se entienda que hablo de la torpeza. Lo infantil es lo inocente, lo primigenio. Veamos el `Don Manuel Osorio de Zúñiga de Goya. Pero antes de verlo oigamos algo que un paisano ilustre dijo sobre el genio castellano (José Ortega y Gasset, `Meditaciones del Quijote´): «Todo genio español ha vuelto a partir del caos, como si nada hubiera sido antes». Se supone que la tauromaquia nos gusta porque el toro representa los instintos, lo primigenio, según una sentencia de Lorca. ¿Qué vemos en el cuadro de Goya? Vemos que Goya retrató a un niño, pero sobre todo vemos que retrató la «españolidad» de un niño. Cuentan los historiadores del arte que Goya pintó a Don Manuel para demostrar que los niños de «sangre heroica y azul», los niños españoles, eran igual o más regios y gallardos que los niños venecianos. Romper con Venecia, con Florencia y con todo el Parnaso de las épocas anteriores era algo así como volver a «partir del caos». Goya introdujo animales domésticos en su pintura, y haciéndolo rompió con la tradición clásica, que no lo hacía. Como los niños, Goya se entrenó en los talleres, y específicamente en los talleres de la Real Fábrica de Tapices. Luego de varios años se hizo pintor de la Corte de Carlos IV. Este viaje hizo que el pintor perfeccionara su técnica. La técnica representa los límites del arte. Antes de ser artistas somos artesanos, y antes de ser artesanos somos observadores. Y antes de ser observadores somos soñadores, teóricos de la existencia. Sin teoría (peregrinación intelectual) no hay visión, pues es bien sabido que observar es un sobreponer nuestras imágenes mentales sobre las cosas que nos arrostran. Los niños perciben muy bien nuestros estados de ánimo mirando nuestras posturas y nuestras expresiones. Goya jamás perdió ese don (no lo perdió ni con su extraña sordera de 1792). Nuestro paisano amaba a los niños y tuvo veinte hijos, aunque sólo uno le sobrevivió. ¿Qué significa ese horrible gato en la pintura? Como los niños, hagamos un cuento o recordemos un cuento de Poe, llamado `El gato negro´. ¿Qué significa esa urraca? Significa el canto del poeta atrapado por Goya. A la memoria me viene un aforismo del prosista Valéry: «Si un pájaro pudiera decir precisamente lo que canta, por qué lo canta y qué es lo que canta, no cantaría». La creatividad de los niños no es meditada, es espontánea. Y para ser espontáneos hay que dominar las técnicas, hay que dominarlas hasta olvidarlas, hasta hacerlas parte de nuestra roja sangre (roja como el raso que envuelve a Don Manuel). Seamos como Don Manuel, que trae amarrado, encerrado o controlado su canto, que deja que los instintos anden sueltos y que jamás pierde el rojo de la pasión (esta última metáfora es barata, pero sólo el mal gusto o gusto infantil hace que no muera el arte, según Neruda). Buen día, Comunidad Roastbrief.
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