Hay tres fuentes de inspiración para todo profesional de la comunicación: las noticias, la literatura y las experiencias personales. Beber con constancia de estas tres fuentes, evita el bloqueo o la sed mental. Pero, ¿qué es el bloqueo mental? Estar bloqueado, significa estar atado a los mismos prejuicios de siempre. Suena obvio, pero pocas personas han logrado resolver este problema. Muchos proponen métodos para desatar la imaginación. Sin embargo, estos métodos son sólo soluciones momentáneas. Al terminar de ejecutarlo, volvemos a pensar como lo hacíamos. Por ejemplo, tenemos el caso de un publicista. Al creador de campañas le piden, día a día, tener ideas, ideas de todo tipo. Al pasar quince o veinte días, el cerebro empieza a dar vueltas más rápido, sí, pero sobre el mismo lugar. Decía Neruda que le hubiera gustado pisar más allá de las huellas dejadas por otros. Difícil labor cuando son huellas de gigantes. Para pensar diferente, la gente tiene que pasar o sufrir determinadas experiencias. La primera de ellas, podría ser una experiencia catastrófica. Pete Hamill, periodista neoyorquino, nos cuenta que los habitantes de la capital mundial, cambiaron profundamente después del 11 de septiembre. Se hicieron más amables y más cooperativos. ¿Por qué? Porque los hechos demostraron que las leyes vitales y políticas bajo las cuales habitaban los neoyorquinos, eran vulnerables. Entonces, para desatar nuestra imaginación o para cambiar los arquetipos con los que pensamos, podríamos empezar a reflexionar sobre cuáles son las leyes que nos gobiernan. Estas leyes, son de tres tipos: físicas, morales y emocionales. La segunda clase de experiencias, son las místicas. El iniciado, a fuerza de concentración y de ascetismo, logra modificar la estructura de sus pensamientos. Huxley nos enseñó que hambrientos, es más fácil alucinar. De aquí que cambiando nuestros hábitos de vida, ora alimenticios, ora lúdicos o laborales, podemos transformar la manera en la que pensamos. Y por último, tenemos la experiencia informativa, es decir, la erudición. Después de leer unos cien libros sobre economía, nos damos cuenta de que nuestra postura intelectual respecto al tema, se han transmutado. Este camino, como el Mahayana, es el más largo, pero es el más efectivo, porque produce que el cambio en nuestra estructura intelectual, se altere desde el fondo, desde nuestras primeras creencias o impresiones. El mismo Descartes decía que para filosofar, para pensar o para meditar, teníamos que derrumbar todas nuestras creencias. Leer noticias, por ejemplo, nos beneficia porque nos coloca en posturas que jamás habíamos pensado. Llegar a la oficina y leer sobre el nuevo gobierno en Egipto, sobre los problemas de ETA o sobre los novedosos hallazgos físicos de Edward Witten, nos lanza hasta nuevos espacios, espacios con otras leyes físicas, morales y emocionales. Después de leer cómo las Redes Sociales ayudaron a la revolución egipcia, pensamos en la vacuidad con la que a veces esgrimimos este recurso para publicar cualquier cosa. Esto significa lo siguiente: los valores éticos se despiertan en nosotros y por tal motivo, llegamos a pensar con más intensidad, que no es otra cosa que pensar con concentración o con emoción (sólo la emoción despierta la percepción, pensaba Ezra Pound). Leer buenos libros de literatura, sea Asimov, sea Borges o sean novelas policíacas, nos alimenta, pues todo libro representa un microcosmos. Aquí, en la agencia, a veces nos preguntamos qué hubiera hecho Sancho Panza con una MacBook Air e Internet. Con certeza, hubiera debatido con más furia contra Quijano, y seguramente habría estudiado el territorio de la Mancha con Google Maps, evitándole a su caballero andante la fatiga, pues EL Quijote
«Pisó por ella el uno y otro lado
de la Gran Sierra Negra y el famoso
Campo de Montiel, hasta el herboso
llano de Aranjuez, a pie y casado…
culpa de Rocinante».
En verdad, estos planteamientos despiertan la imaginación. Ojalá que esta breve meditación, haga que los creativos se inspiren. Buen día, Comunidad Roastbrief.
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