En el génesis de la publicidad, el medio más poderoso era la ilustración. Incluso antes que la palabra, podríamos considerar las primeras imágenes rupestres como carteles publicitarios, quién sabe si anunciando a los mejores cazadores, o a los dioses ancestrales. Posteriormente, muchas obras de arte, también religiosas, se ilustraban en pergaminos o sobre la piedra de los templos, supliendo la necesidad de palabras para contar sus historias sagradas, y hacer llegar a su público los mensajes adecuados. Era el poder de la imagen. Pero es con la llegada de la imprenta, cuando la ilustración logra alzarse como la herramienta perfecta para transmitir cualquier idea, con fines comerciales o propagandísticos. Y algunas piezas publicitarias llegan a los más alto del parnaso artístico de la mano de genios como Toulouse Latrec o el modernista Alphonse Mucha. Aunque serán las agencias de publicidad «modernas» en los años cincuenta y sesenta quienes expriman al máximo el poder de una ilustración, con más posibilidades y sobre todo a un menor coste, que una fotografía. Si se puede imaginar, se puede dibujar. Y aquí encontraremos cumbres como Norman Rockwell o las inolvidables Pin Ups de Vargas. ¿Vuelve la ilustración clásica? Yo he tenido la suerte de llegar a vivir un mundo publicitario en el que al cliente se le daba a elegir, o se le proponía, entre hacer una foto o encargar una ilustración. Y por supuesto, antes de hacer la foto, siempre se encargaba una ilustración, boceto «Rough», para que el cliente comprendiera la idea, y el fotógrafo supiera qué hacer.
Las técnicas digitales, los bancos de imagen y las modas, fueron extinguiendo a ese sufrido sector profesional del ilustrador, grandes artistas, salvo aquellos que cambiaron el pincel y el aerógrafo por el ratón y la tableta gráfica y se adaptaron a los gustos futuristas, con 3D, Motion Graphics y demás tendencias.
Por eso, con alegría y nostalgia, me encanta ver que tal vez por la tendencia Vintage que nos rodea, algunas agencias recuperan el gusto por una buena ilustración, y en algunos casos, con un descarado homenaje al viejo estilo. En España, hemos visto como la interesante campaña de SCPF para Banco Sabadell, decidía sorprendentemente adaptar su campaña de televisión al formato prensa y exterior usando ilustraciones clásicas del japonés M. Yamazaki. Una galería que puedes admirar en la cuenta de Flickr del anunciante. Poco después, la Fundación Ramon Rubial, presenta su campaña para alertar de los riesgos de traficar con droga, utilizando una gráfica claramente retro de un artista que no he logrado aún identificar, realizada por JWT. Interesado por la feliz coincidencia, he investigado un poco en otros países, y compruebo que afortunadamente, la ilustración publicitaria artística, sigue viva. Zap Doctors de Omer Hoffmann para McCann Erikson Tel-Aviv. Combat Cockroach Gel de Wesley Eggebarecht para TBWA/RAAD, Dubai. The Wrath of Mom de A.J.Bell para R&R Partners, Salt Lake City. More Bang for the Buck de Jason Kaufmann para Cornett-IMS, Canada. imagen cortesía de iStock
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