Cuando surgieron los medios de comunicación teníamos muchas esperanzas, íbamos a contactar con otras personas que se encontraban en otros confines de la tierra; veríamos en tiempo real sucesos importantes de todo el mundo, se nos daba la oportunidad de accesar a otras épocas, sueños y cosmologías. Pero lo más importante es que íbamos a lograr que el conocimiento no tuviera fronteras, erradicaríamos quizás el hambre, las enfermedades y la podredumbre humana. Algo fracasó en el camino, la imagen se capitalizó, al punto que nos ha provocado grandes problemas a las pequeñas organizaciones, lograr lo que las grandes pueden invirtiendo un alto porcentaje de sus ganancias en técnicas de mercadotecnia, investigación y publicidad. Cuando nació el Internet recuperamos un poco de esas expectativas, la idea de progreso nos ayudó a creer que eventualmente el ser humano alcanzaría un mejor estado de cosas, que los productos se abaratarían, que las conexiones entre sujetos crearían redes de conocimiento haciendo mejores nuestras vidas. Se les brindó la oportunidad a las pequeñas organizaciones de actuar estratégicamente para tener las mismas posibilidades de venta que las grandes, pero parece que hoy todo vuelve a cambiar. Hoy uno de esos futuros tan temidos de que los medios otra vez no nos pertenezcan vuelve a materializarse en la forma de la tan mentada ley, y sobre todo nos demuestra que los límites de las decisiones internacionales están sujetos a la volición de nuestro país vecino. Ha caído Megaupload y ya se tiene el guante echado sobre muchas otros sistemas para compartir archivos como Taringa, para ver series como Series Yonkis, etc. Todavía no sabemos cómo va a impactar esto en la publicidad en línea tal cual la conocemos. Una de las formas de cambio que entreveo, tiene que ver con que, muchos de los estudiantes de diseño que trabajan con la imagen y que descargan programas de sitios web, ya no podrán hacerlo tan fácilmente y perderán así, la oportunidad de competir frente a otros personajes ya consolidados y con un mayor poder adquisitivo. En nuestro país la piratería cumplía más de una función social, porque proveía de trabajo a mucha gente, además de que acerca las producciones de los medios sin necesidad de pagar altas cuotas. Otro aspecto es que mantenía baratos los productos originales pues tenían que competir contra lo ilegal. Si me interesa tanto el tema de las organizaciones es porque creo que ellas, a través de sus diferentes elementos como la mercadotecnia y la publicidad, pueden transformar el mundo con más impacto que los esfuerzos individuales; hoy es claro que esa percepción también asume una cara negativa y que debemos ser más estratégicos si queremos utilizarlas para reconfigurar nuestra circunstancia. No dudemos que estamos ante la inminente apertura de una nueva pelea por los medios, Anonymous ya ha comenzado la avanzada, hackeando distintos sitios de Internet de empresas que apoyan la ley en cuestión. Recuero que en la cinta de The Day the Earth Stood Still, se mencionaba que sólo cuando estamos al borde, es cuando adquirimos los criterios motivadores para modificar nuestra situación, y no dudemos que este momento sea tal vez decisivo en cuanto al camino que habrán de tomar los medios. Aún si decidimos no movernos, haciendo por ejemplo verdadera publicidad de guerrilla, encontraremos una nueva forma de intercambiar archivos y eso provocará otro cambio sustancial a los medios de comunicación tal cual los estamos re-conociendo actualmente. Por nuestra trinchera, debemos preguntarnos ¿qué pasará con la publicidad? ¿qué pasará en la red con lo viral? Si intercambiar archivos se vuelve un delito, la maravillosa viralidad perderá un poco de sentido, a menos que los mensajes se vuelvan de contenido libre. La publicidad en Internet se había convertido en una nueva forma de interacción humana, me pregunto, ¿ahora Facebook podrá demandarme si uso alguna de mis fotos del muro para promocionar algún producto? Por lo que no sabemos, deberíamos temer, y por lo que sabemos, preferimos guardar silencio…bienvenida la nueva era orwelliana.
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