Es curioso como un estudio económico, sociológico o demográfico, repleto de números y estadísticas puede esconder también una segunda lectura que nos ofrezca las claves del presente y del futuro. Esa es la sensación que surge al analizar el informe publicado por la OECD, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico que, entre otros aspectos, investiga los parámetros que caracterizan a los trabajadores de distintos países. Teniendo en cuenta el tiempo que dedican a su profesión, este documento asegura que los ciudadanos mexicanos se destacan por ser los más trabajadores. Su jornada laboral se prolonga por un total de 595 minutos al día, casi 10 horas; en contraposición a la media total, que no supera los 480 minutos o sea las correspondientes ocho horas. Sin embargo, estos números entran en conflicto con una realidad que nos dice que uno de cada cinco mexicanos vive por debajo del umbral de pobreza; mientras que la media mundial que estima la OECD es de una de cada diez personas. Los motivos para este desfase – el siguiente país en el ranking es Japón con 540 horas pero con un nivel de vida muy distinto – pueden buscarse en muchos factores, entre ellos, el desmedido número de horas que la mujer mexicana dedica al trabajo no remunerado. En mi caso, me inclino a pensar que en el trasfondo del problema se encuentra la falta de creatividad. El paso de la sociedad del autoabastecimiento a la sociedad del conocimiento consiste en que cada vez importe menos la producción intensiva, que deja su lugar a la producción creativa. Las economías más potentes son las que cuentan con un mayor número de trabajadores creativos. Esto alude a creatividad no sólo entendida como la invención de algo nuevo, sino también como renovación, capacidad de plantear soluciones y de ofrecer alternativas. México es un país con un gran potencial, que vive en estos momentos una etapa de transformación en todos los niveles. Se habla incluso de que en breve podría superar a Italia en el ranking de los países más desarrollados. Sin dudas, un paso adelante definitivo debería cimentarse en un cambio del concepto de producción.
Jeff Howe describe el crowdsourcing como una tendencia que aprovecha al máximo el potencial de la creatividad y que implica “reunir a los más aptos para ejercer las tareas, responder ante los problemas complejos y contribuir con las ideas más frescas y relevantes”. Este sistema, que crece con fuerza en el entorno online a nivel mundial, es una buena muestra de que en la conjunción de las ideas del grupo se encuentran los mejores resultados. Es la creatividad en su máxima expresión. México no necesita jornadas extenuantes. Lo que necesita es diseño, inspiración e intuición para culminar exitosamente su proceso de transformación. La creatividad es sinónimo de talento y el talento es el sustento de la innovación y el desarrollo. El mundo del futuro se moverá por la creatividad, que marcará las reglas de juego.
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